Después de pasar la mañana en San Givignano llegamos a Siena a media tarde. Paramos en el hotel y un coche sale para que podamos aparcar nosotros, todo perfecto.
Entramos al hotel y la recepcionista muy amable nos prepara la habitación, después de un rato me mira y me dice, en inglés, que le sonaba mi cara y que si había estado antes por allí. Le contesto en inglés que no.
(J) Además, el parking y la wifi free, que chollo, en Italia hay que pagar hasta por hacer un pis, 0,50 (Pisa, San Givignano...).
La habitación fenomenal y aprovechamos, una percha y la puerta de la ducha, para crear, con una cuerda que me subí, un tendedero para poder tender la ropa que Virginia lavó.
Después de descansar, un poco, nos vamos para el centro de Siena, llegamos anocheciendo. Hay un parking gratis, pero yo cómo estoy "apollardao" la primera vez que escribo ésta palabra, meto el coche en el parking de pago, cuando me quiero dar cuenta, ya no puedo dar la vuelta... Me digo: pardillo!
Bueno después de tres vueltas andando por el parking y no encontrar la salida, decidimos salir por dónde los coches, que ponía que no se podía salir.
Emprendemos ya ascenso a los momentos, aquí en Italia, todo está en lo alto, no me extraña que haya buenos ciclistas escaladores y.... "la vin" (asombro), hay unas escaleras mecánicas... qué alegría, jamás pensé que me iba a alegrar tanto de ver ¡unas escaleras mecánicas! y funcionan!
Llegamos a la plaza de la catedral por detrás y cómo sería el baptisterio, que creíamos que ya era la catedral.
Absortos nos quedamos al ver la catedral por fuera. ¡Impresionante!
Bajamos después hasta la piaza del campo, también preciosa, su torre llama la atención, nada más entrar. Aprovechamos para cenar, había mucha gente sentada y tumbada en el suelo de la plaza. En ella es donde corren los caballos con los estandartes de los barrios.
De aquí "al nono" que ya era bastante tarde y estábamos cansados aunque no lo parezca con la cara tan preciosa y sonriente que tiene Virginia.
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